El reality del que habla todo un país, con la caracterización de los principales dirigentes y candidatos políticos, influirá en la decisión del pueblo a la hora de elegir en las próximas elecciones.
Gran Cuñado, que se emite dentro del ciclo que conduce Marcelo Tinelli por El Trece, con imitaciones de los principales dirigentes y candidatos empezando por Cristina y Néstor Kirchner, tiene una audiencia promedio de tres millones de televidentes.
Por tal motivo, según un informe publicado por Clarín, el 15% de los porteños se verá influido por dicho programa a la hora de decidir.
Mucha controversia pública se desató desde el comienzo alrededor de esta parodia de reality-show, un formato televisivo que en sí mismo es una parodia grosera de la vida real.
Una comprobación contundente del sondeo es que, Francisco De Narváez, el candidato liberal-peronista que puede poner en aprietos a Kirchner, resulta el más favorecido por su caracterización en el ciclo de Tinelli.
El 26% de los consultados tuvo esa opinión. Muy lejos de él, Kirchner, Cristina y Mauricio Macri, con algo más de 8%, 7% y 6% respectivamente, también fueron vistos como beneficiados por su tratamiento en Gran Cuñado.
Pronto los políticos, y en especial los que son candidatos, comprendieron que no alcanzaba con opinar sobre el fenómeno sino que convenía interactuar con él.
En las oficinas de campaña de Unión-Pro cuentan que en una caminata por el Gran Buenos Aires, hace tres semanas, De Narváez estuvo firmando autógrafos durante 45 minutos en la puerta de una escuela primaria. Los chicos se avisaban entre ellos, a los gritos, mientras corrían a la calle: "¡está el de la tele!". Pero el que estaba era De Narváez y no su imitador.
Cuentan también que dos días después, en otra visita proselitista al conurbano, una señora mayor se acercó al candidato y le dijo: "yo siempre lo veo, usted es tan simpático... y baila muy bien". El simpático y buen bailarín no era De Narváez sino su doble, Roberto Peña.
De Narváez todavía no había visitado el programa: lo hizo poco después, y hasta se animó a unos pasos de baile con su imitador. El jueves, en San Martín, arrancó su módico discurso de campaña diciendo "Alikal, alicate; votame, votate", como su doble televisivo.