El director de "Tratame bien", que comienza hoy por Canal 13, cuenta cómo son las claves del unitario que gira en torno a la terapia. Tiene un elenco de grandes figuras.

Director de Verdad consecuencia, Vulnerables, Locas de amor y de varios capítulos de Mujeres asesinas, Daniel Barone busca ahora, desde su lugar ganado ­y elogiado no sólo por sus dirigidos­ detrás de la cámara, "recuperar preciosismo en los temas cotidianos, encontrar un mayor naturalismo". Tamaños objetivos formarán parte de la estética de Tratame bien, el unitario que hoy a las 22.45 estrenará Canal 13, protagonizado por Julio Chávez y Cecilia Roth.

"Desde el vamos me propuse lograr algo diferente en el tratamiento, en relación a otros programas que dirigí. Y esta vez, junto al director de fotografía nos planteamos plasmar recuerdos de sensaciones, registros cotidianos, que con los actores elegidos para este proyecto se vuelve muy sencillo. Aquí el psicoanálisis no aparece desde la pretensión. No son personajes salidos de una película de Woody Allen", explica el realizador, un emblema de los unitarios de Pol-ka.

La historia, escrita por Pablo Lago y Susana Cardozo, cuenta la vida ­y el desgaste­ del matrimonio de José (Chávez) y Sofía (Roth), que llevan 22 años de casados y unos cuantos desencuentros acumulados. Padres de Damián (Martín Slipak) y Helena (María Alché), deciden, al comienzo del programa, sumar ­a sus sesiones individuales de psicoanálisis­ la terapia de pareja, el escenario principal donde procurarán tratarse bien.

Una de las claves de este unitario radica en los nombres que integran el quinteto principal (dos pacientes y tres psicólogos): además de Chávez y Roth actuarán Cristina Banegas (Clara Lombardo), al frente de la terapia de pareja; Norman Briski (Arturo Salinas), como el terapeuta de José, y María Onetto (Elsa Lipis), como la analista de Sofía.

Con escenografías y tonos muy diferenciados entre sí, los consultorios de cada uno de ellos se propone recrear un clima muy personal: en lo de la doctora Lombardo cada semana habrá tensiones y replanteos permanentes en función de los diálogos que se generen en ese sillón de tres cuerpos. Las sesiones de Arturo tocarán ciertos bordes no muy ortodoxos en relación a la problemática de José y las de Elsa se desarrollan sobre el diván más convencional.