Estamos en el otro plano", insiste Thiago, mientras su amigo Simón persiste en la teoría de un delirio. Es que los dos muchachos acaban de encontrarse en el medio de la nada, sin saber cómo llegaron ahí, ni cuándo ni, tampoco dónde están (el televidente sí, gracias a un sobreimpreso al estilo X Files). En otros puntos tan solitarios como espectaculares de la geografía argentina, otros chicos van "cayendo"... se asustan y se desorientan hasta que alguna fuerza ­interna o externa­ los termina reuniendo en cuatro grupos, alrededor de un pueblo llamado "La buena estrella".

Así comenzó la tercera temporada de Casi ángeles, la ficción juvenil que producen Cris Morena Group y RGB Entertainment, y que emite Telefé de lunes a viernes a las 19. A los distintos recursos de la ciencia ficción aplicados al destino del grupo de adolescentes (entre ellos, los exitosísimos TeenAngels), se sumó la espectacular presentación de quien será el nuevo héroe/galán de la tira: Mariano Torre. En su personaje de Camilo Estrella, aparece rescatando heridos del interior de un avión que acaba de caer, y, terminada la tarea, huyendo en un brioso y metafórico caballo blanco. Poco después lo cambiará por un auto modernísimo al que el villano de la temporada (Maxi Ghione) le hace la clásica perrada de arruinarle los frenos. Sobre el final, el accidente que se caía de maduro lo cruza con Cielo Mágico, es decir, Emilia Attias, protagonista de esta historia desde su inicio.

Claro que ésta no es la misma historia. Y, tal vez, esta Attias no sea la misma Cielo. Vestida de sirenita, la muchacha lidera una manifestación ­con represión policial y todo­ en contra de la pesca indiscriminada, secundada por un nuevo personaje que interpreta Jimena Barón, y por el inseparable Tic Tac de Peto Menahem.

Con espíritus malvados que habitan "huéspedes" humanos, con GPS que forman figuras místicas, con objetos y vehículos que aparecen providencialmente en sitios insospechados, con un tiempo y un espacio indeterminados, el primer capítulo de Casi ángeles fue casi todo incógnita.

Quedaron, en cambio, clarísimos, el nivel de producción ­con filmaciones en Puente del Inca, el Valle de la Luna, las ruinas jesuíticas, etc.­, la calidad visual en verdadera HD, el ritmo dramático, y la belleza de casi todos y todo lo que pasó por la pantalla.